«El dominio yanqui-europeo se resquebraja en otra latitud»
Maximiliano Pedranzini*
Nicaragua afrontará en pocas semanas un nuevo proceso electoral que pondrá a prueba, desde las urnas, la continuidad del proyecto sandinista conducido por el actual presidente y líder histórico del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) Daniel Ortega, quien intentará ir por la reelección tras dos mandatos consecutivos al frente del gobierno desde que fue nuevamente elegido en 2007, haciendo retornar al sandinismo luego de una década y media de gobiernos de corte neoliberal y alineados religiosamente a la política exterior norteamericana.
Esta elección sin duda representa un nuevo desafío, tanto para Ortega como para el FSLN que buscarán darle continuidad al proceso iniciado en 2007 ante el fantasma de la restauración conservadora que asecha a lo largo y ancho de la región.
Una oposición que busca presionar al mandatario para que suspenda las elecciones, intentando hacer lo propio con la OEA como maniobra desesperada y que, pese a estos intentos, no está logrando torcerle el brazo a un gobierno que ha sentado las bases de estabilidad institucional y política que lo mantienen en pie, demostrado -según los últimos sondeos- no tener la fuerza suficiente para vencer al oficialismo.
Una contienda electoral que, sin embargo, en el actual contexto continental donde también se define el cambio de mando en la Casa Blanca dos días más tarde, marcará el curso, no solo de la nación centroamericana, sino de toda América Latina en esta pugna de poder con la derecha que viene avanzando peligrosamente.
Para conocer más en profundidad este escenario, dialogamos con Manuel Moncada Fonseca, historiador nicaragüense por la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos “Patricio Lumumba” (RUDN) en Rusia, magíster en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) y profesor de Historia en la Universidad Nacional Agraria de Nicaragua (UNA) por más de 20 años.
“Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Sin ser triunfalista, se puede constatar, fácilmente, que el FSLN las ganará sobradamente.”, afirma el historiador, quien considera que el actual mandatario se impondrá sin muchas dificultades.
Al mismo tiempo, analiza la situación política de la región después de los acontecimientos de este último año y considera que el avance de la derecha no afectará el proceso electoral, aunque observa con atención lo ocurrido en Argentina y Brasil, donde se desplomaron las transformaciones progresistas, haciendo ruido en el país.
No obstante, le resta importancia de cara a los comicios de noviembre. “Ninguna fuerza política ha hecho tanto por la población como lo ha venido haciendo el sandinismo desde que surgió en 1961 hasta el presente. Su naturaleza popular ha multiplicado los frutos que benefician a los más desposeídos”, sostuvo Moncada.
¿Cómo observas el escenario político rumbo a las elecciones del próximo 6 de noviembre? Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Sin ser triunfalista, se puede constatar, fácilmente, que el FSLN las ganará sobradamente. Es deseable en todo sentido que así sea. Ninguna fuerza política ha hecho tanto por la población como lo ha venido haciendo el Sandinismo desde que surgió en 1961 hasta el presente.
Su naturaleza popular ha multiplicado los frutos que benefician a los más desposeídos. Sin llegar a lo que Sandino llamaba que las cosas llegaran a su punto, para los empobrecidos existe un sinnúmero de logros alcanzables dentro de las condiciones prevalecientes. Ellos poseen cada vez más casas, techos, parques, hospitales, atención médica, carreteras, energía eléctrica (que está llegando al 90 % de cobertura), infraestructura, títulos de propiedad, prevención de desastres y epidemias de diversa naturaleza; gozan de programas como el Bono Productivo, Usura Cero, etc.
Todo ello es una muestra palpable de la preocupación que, por el bienestar de la ciudadanía, tiene el Gobierno Sandinista. Las mejoras de los municipios son cada vez más notables, la ornamentación de sus ciudades, la multiplicación de los pequeños negocios, la instalación de internet gratuito en lugares públicos, como los parques y otros centros de diversión sana, etc.
No menos importante es la política exterior independiente que permite ampliar cada vez los más lazos internacionales, mismos que propician mayores beneficios para la ciudadanía. La solidaridad con las naciones del mundo, el rechazo a la injerencia extranjera en los asuntos internos no sólo del país, sino de cualquier territorio o país del orbe; el antiimperialismo como principio y práctica es parte consustancial de los valores que ahora cultiva el país. Y que, sin lugar a dudas, se han de expresar en los resultados electorales.
– ¿Qué representaría un triunfo de la derecha? ¿Es un retroceso para el país o también para la región en su conjunto? ¿Cómo lo ves?
La oposición nicaragüense, particularmente la representada por el grupo Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), a cuyos miembros el diario La Prensa (vocero indiscutible de las consignas imperiales) y otros medios en manos de la derecha local e internacional promocionan a lo grande, se han dado a la tarea de desprestigiar ante EE.UU. al Gobierno de Daniel Ortega.
Se oponen abiertamente al proyecto canalero; se desatan en canallescas declaraciones en contra de las elecciones y su transparencia. Todo porque desean, como en Bolivia los opositores al gobierno de Evo Morales, que pelagatos sin base real puedan constituirse en partidos políticos, lo que significaría erogaciones innecesarias del erario público.
Las encuestas todas, nacionales e internacionales, dan por sentado, con amplísimo margen, el triunfo sandinista; lo mismo se observa en lo atingente al proyecto canalero: la mayoría aplastante de la población da su visto bueno al mismo. Respecto a lo que significaría un hipotético revés electoral, evidentemente haría retroceder de manera pasmosa las conquistas democráticas de las que gozan los pobladores y pobladoras de la patria de Rubén Darío y del Padre de la Revolución Nicaragüense, Augusto C. Sandino; y afianzaría la ofensiva neoliberal sobre toda Nuestra América.
– ¿Cómo impactaría en el ALBA-TCP un posible gobierno conducido por la derecha?
Como expresamos arriba, si en Nicaragua la derecha se lograra imponer en las elecciones del 6 de noviembre, estaríamos ante un hecho que fortalecería los planes estadounidenses de retornar a Nuestra América a la condición de patio trasero en la que las políticas yanquis quieren mantener a la región para siempre.
Aunque ello a lo inmediato golpearía a los países del ALBA-TCP, lo cierto es que todo el continente se vería mucho más atenazado por las garras de EE.UU. De suyo se comprende que ello implicaría el retiro de Nicaragua del ALBA, como ocurrió en Honduras con el golpe de Estado a Manuel Zelaya en el 2009. Aunque también, con una estrategia de gobierno desde abajo, ello podría evitarse.
– ¿La derechización que atraviesan los países de América Latina es un fenómeno solo regional o es una cuestión de orden más global? ¿Qué opinión tienes al respecto?
Visto a vuelo de pájaro, me da la impresión que es más un fenómeno de nuestro continente que del resto del mundo. La resistencia al dominio yanqui-europeo, está resquebrajándose en otras latitudes. Ponemos por caso, Oriente Medio, pero igualmente el ascenso vertiginoso de Rusia, China, Irán y Corea del Norte, como factores de gran contrapeso a la hegemonía estadunidense. Bueno, también en la mayor parte de Europa Occidental se observa un ascenso ruidoso de la extrema derecha.
– ¿Crees que Nicaragua virará hacia el Acuerdo Transpacífico? ¿Qué significaría para el país este posible escenario?
No creo que Nicaragua se incorpore a este nefasto acuerdo. Ni siquiera en el caso que la derecha ocupara nuevamente lo que Sandino llamara el taburete presidencial. El Sandinismo no perdería su voluntad política de gobernar desde abajo y desde arriba, y resistiría todo aquello que afectara a las grandes mayorías. Por lo demás, parece poco probable que dicho tratado se vaya a ratificar…
– ¿Cómo estás viendo al gobierno de Daniel Ortega tras nueve años de mandato ininterrumpido? ¿Qué importancia tiene el proyecto del canal en este balance de gobierno?
El Presidente Ortega es un hombre de principios firmes. Pero no confunde lo deseable con lo posible. Es un hombre práctico. No pocos partidarios del sandinismo desean que Nicaragua emprenda el mismo tipo de medidas que Bolivia, Ecuador o Venezuela, pero nuestro país carece de los recursos petroleros, gasíferos y otros que han permitido a estos países hermanos ser más independientes del comercio estadounidense que representa, con mucho, el grueso del comercio con el nuestro y la principal fuente de préstamos que provienen del exterior.
Las políticas que impulsa el Presidente Ortega, parten, pues, de esta realidad insoslayable, como también de la necesidad de impedir que Nicaragua se vea nuevamente aislada por sus más cercanos vecinos: particularmente de Honduras y Costa Rica, países cuyos gobernantes pusieron sus territorios en función de que la Contrarrevolución, concebida, dirigida y financiada por la CIA, torpedeara militarmente los esfuerzos que el Sandinismo emprendía en los ochenta (y emprende hoy) en aras de la transformación radical del país.
Pero permíteme que me extienda un poco más en este aspecto: La gran apuesta del proyecto sandinista tiene que ver con la posición geográfica que posee nuestro territorio. Se trata de que Centroamérica es la única región de la tierra con una posición, a la vez, intercontinental e interoceánica. El interés de EE.UU. por la misma está dado por lo vital que ella resulta para la circulación interna y externa de sus mercancías, y por la vecindad que la misma tiene con su territorio. EE.UU. asume, pues, que ella es parte de su poder a escala internacional.
Además de su colocación entre los océanos Atlántico y Pacífico, Nicaragua posee otra ventaja: la que le proporciona la existencia de una comunicación natural entre el Lago de Nicaragua (Cocibolca) y el río San Juan. Gracias a ello, posee un gran potencial canalero del que se habían querido apoderar, primero potencias coloniales, luego, potencias capitalistas; hasta que EE.UU., en 1914, a través del Tratado Chamorro-Bryan, se apoderó de él para asegurar la defensa del Canal de Panamá.
Para obtenerlo, debió antes librarse del régimen burgués nacionalista que encabezaron consecutivamente, José Santos Zelaya y José Madriz (1893-1910), contra los cuales EE.UU. aplicó la “diplomacia del dólar”. Dichosamente, hoy en día, bajo un marco internacional más favorable, el canal como proyecto, sí podrá, significar, ya en marcha, la adquisición de recursos que elevarán gradual, pero sensible y significativamente, la riqueza de nuestro país, al tiempo que reducirán su dependencia externa, particularmente en el plano comercial y financiero.
Mas, mientras este proyecto no se materialice, Nicaragua se mantiene, forzosamente, dentro de la dependencia del neoliberalismo. Corresponde a su gobierno y a la fuerza sandinista de conjunto, administrar de la forma más beneficiosa posible para las mayorías de la población, las contradicciones entre opresores y oprimidos.
– ¿Estamos frente a la aparición de una nueva derecha a escala regional?
No pienso que estemos frente a una nueva derecha, creo más bien que estamos ante una derecha hoy más comprometida que nunca con un mundo unipolar, con un nuevo orden mundial en el que el capital termine de someter a los pueblos a escala global. La resistencia global al sistema no permitirá que semejante despropósito se imponga.
– ¿Qué evaluación haces de la oposición frente a este contexto electoral? ¿Cómo evaluarías su rol en esta coyuntura trascendente para el país?
Ya atrás decía que la extrema derecha nicaragüense es por completo apátrida. Está clamando ante Washington para que retire todo préstamo al país. Por otra parte, la misma sirve de puntal para atacar la construcción del canal interoceánico, lo cual es indefectiblemente un mandato yanqui.
– Después de lo ocurrido en las elecciones presidenciales en Argentina y Perú con la vuelta al poder del neoliberalismo: ¿cómo ves el presente del Frente Sandinista de Liberación Nacional? ¿Estos éxitos electorales renuevan las expectativas de la derecha nicaragüense de cara a las elecciones nacionales?
No creo que lo ocurrido en Perú pueda afectar al proceso electoral en Nicaragua, porque, de hecho, en esta nación sudamericana las políticas neoliberales no han dejado de avanzar probablemente desde Fujimori para acá. No ha aportado Perú más que obediencia obcecada a los dictados del Coloso. Distintos son los casos de Argentina y Brasil, donde sí se desplomaron las transformaciones progresistas. Estas sí pueden provocar bulla en Nicaragua; mas, pienso que no pueden provocar un impacto decisivo sobre las próximas elecciones en Nicaragua.
Distinto sería si Cuba, Bolivia, Ecuador y Venezuela, países del ALBA, pudieran descarrilarse al estilo de Argentina y Brasil.
– Ya que en este punto mencionas a Brasil: ¿consideras que el golpe de Estado parlamentario del pasado 31 de agosto es algo que pueda darse en Nicaragua como última carta de la oligarquía y el imperialismo contra el gobierno popular conducido por Ortega ante la estabilidad institucional del país demostrada hasta ahora?
No veo factible que en Nicaragua se pueda dar un golpe de Estado como el del Brasil porque la mayoría de las fuerzas parlamentarias están bajo el control del Sandinismo. El Ejército de Nicaragua es fruto directo de la Revolución Popular Sandinista. La única salida que tendrían las fuerzas pro-imperialistas del país sólo podría ser por medio de la vía electoral.
– ¿Cómo ves al sandinismo en este marco electoral? ¿Podrá resistir está avanzada que parece ir en franco ascenso?
Reitero que el Sandinismo, está siempre preparado para cualquier escenario; tiene toda la capacidad, experiencia, determinación y voluntad política para hacerle frente con éxito a cualquier embestida enemiga.
– Digamos de otro modo el asunto, dar una opinión a la pitonisa, no es posible en un mundo en el que las cosas pueden cambiar de la noche a la mañana, pero por la víspera se saca el día, todo apunta a una victoria muy sólida del Sandinismo… En este escenario electoral: ¿cuál es tu perspectiva sobre los sectores populares en Nicaragua? ¿Son la garantía para la continuidad del proyecto encabezado por el presidente Ortega?
Es indiscutible que los electores son los que deciden los resultados electorales en cualquier rincón del mundo, excepto allí donde los que deciden todo son los grandes capitales. Pero en Nicaragua el pueblo no sólo es beneficiario de los procesos de cambio, es por sobre todo, su principal protagonista.
– ¿Cómo observas al gobierno de Ortega en estas elecciones frente a los cuestionamientos sucintados tras conocerse la fórmula que representará al oficialismo en estos comicios?
La Constitución del país no establece ninguna prohibición para que la primera dama, aspire a la Vicepresidencia del país, acompañando en fórmula a su esposo, el aspirante a reelegirse en la Presidencia. Por ello, ningún poder del estado ha levantado su mano para oponerse al asunto. Y, lo más importante, el apoyo a la fórmula es aplastantemente aceptada entre la población votante. Sin embargo, la minúscula oposición, en este campo vuelve nuevamente a ser “Don Me Opongo”.
– ¿Qué análisis haces del actual contexto político latinoamericano? ¿Qué reflexión debemos hacer para comprender lo que está sucediendo en la región?
Creo que este asunto es multifacético. Muchos estudiosos de esta problemática, señalan el fenómeno de que el crecimiento de las clase media en países como Argentina, Brasil y Bolivia, por ejemplo, sin desearlo, después de aplicar políticas que sacaron de la pobreza a millones de personas, ahora ven volcada a esta gente que aspira a más y más, en contra de los gobiernos progresistas.
Ello se observa en menor medida en Bolivia, pero igual, pone en guardia al Gobierno de Evo Morales. Un segundo factor de peso para explicar lo que algunos estudiosos llaman, indebidamente, el fin del ciclo del progresismo en nuestra región, es el poco interés que han puesto los gobernantes de acompañar su gestión en favor de las mayorías, en educar a éstas política e ideológicamente, tal como sostiene Frei Betto.
Y el tercer factor tiene que ver con la corrupción que, en mayor o menor medida, abarca a todas nuestras naciones. Los procesos revolucionarias son ante todo procesos humanos, no pueden escapar a los errores, mayores o menores. Lo importante es que sepan superarlos cada vez que asomen la cabeza.
Una vez, el entonces presidente de Argentina, Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928), demostrando ser bastante conservador pese a la fuerza política de la que provenía, dijo en 1926, cuando Sandino se encontraba defendiendo la soberanía nicaragüense de la intervención imperialista estadounidense, la siguiente frase: “Nicaragua está demasiado lejos para que los argentinos nos preocupemos por su destino”.
– ¿Esta concepción colonial, propia de las oligarquías de nuestro continente que siempre han mirado con devoción hacia el Atlántico, desdeñando de la América Latina profunda -y enseñando a su vez a ignorarla-, se renueva con esta nueva oleada conservadora que vuelve a poner la vista sobre EE.UU. y Europa? ¿Qué reflexión haces al respecto?
En cuanto a lo que planteó Marcelo Torcuato de Alvear sobre la lucha antiimperialista de Sandino, pienso que estamos ante una visión retrógrada, propia de los oligarcas de cualquier rincón del planeta, acostumbrados a hablar su idioma respectivo, pero pensando siempre en inglés, como dice la canción de Carlos Mejía Godoy que habla de Pinochet, uniendo en un todo este nombre con el de Pinocho, bajo este concepto Pinocho-Pinochet.
En contraposición a palabras semejantes, Sandino increpó a los gobernantes de Latinoamérica que permitían que Nicaragua estuviera siendo intervenida sin preocuparse, siquiera, por la perspectiva de sufrir la misma suerte de no tenderle la mano a un país hermano, llamando a que, en vez de ello, se constituyera una sólida unidad entre todas las naciones de nuestra región, resumiendo su propuesta con estas palabras: “Unidos venceremos, separados nos someterán” o siendo más preciso acotaba: “Hoy hablo con los pueblos del continente. Los oligarcas no representan a las naciones”.
* Ensayista argentino