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Motos: negocio, accidentes y asaltos

En Costa Rica los asaltos desde motocicletas no solo tienen como blanco a los peatones. La delincuenca motorizada ha desarrollado mucha peligrosidad.

En Costa Rica los asaltos desde motocicletas no solo tienen como blanco a los peatones. La delincuenca motorizada ha desarrollado mucha peligrosidad.

El Cronista Digital | Redacción

Todos tenemos quejas sobre las motocicletas y a diario nos toca ver a dos o tres muchachos tendidos en las calles de Managua tras impactar contra vehículos de mayor tonelaje. Muchas de esas colisiones son mortales y pese a ese fatídico detalle, difícilmente las motos serán controladas.

La razón es simple: constituyen uno de los negocios más jugosos de los últimos años, tan suculento, que en el año 2016 recién finalizado se calcula que produjeron en Centroamérica ventas por 800 millones de dólares, según una nota publicada por el periodista Juan Manuel Fernández, de Forbes.

Para Forbes, la demanda de motocicletas es producto del alto congestionamiento vehicular, favorecida por la decisión de las distribuidoras de electrodomésticos de incursionar en dicho mercado ofreciendo los vehículos de dos ruedas a plazos.

En Centroamérica –también en Nicaragua-, la adquisición de motocicletas no se debe particularmente al exceso del parque vehicular, sino a las facilidades de tiendas como la Curacao, por mencionar alguna, donde un gran número de consumidores, en su mayoría jóvenes con salarios modestos, ven la oportunidad de hacerse con uno de estos peligrosos ciclomotores.

Y las motos no han venido a solucionar el problema del crecimiento del parque vehicular en Nicaragua, sino que más bien lo han agravado debido a la irresponsabilidad de la mayoría de conductores de estos ruidosos artefactos.

De repente, uno se encuentra envuelto en medio de una decena o más de rugientes motocicletas aceleradas impaciente y nerviosamente por sus conductores, que pugnan por ser los primeros en arrancar cuando el semáforo se ponga en verde, aunque vale decir que muchos no esperan a que tal ciclo se cumpla y se largan con la roja.

A los más inexpertos suele apagárseles la máquina en el intento del veloz arranque, no obstante, el mayor peligro para todo el que anda en vehículos de cuatro ruedas, y por supuesto para los peatones, es la temeridad con que los motociclistas zigzaguean a toda velocidad para adelantar entre las filas de carros en las vías urbanas y carreteras.

Son muchas las colisiones provocadas o inducidas por los conductores de motos, la mayoría con impericia notoria y siempre con la tendencia a hacerse los mártires una vez que se produce el encontronazo.

Sí, es cierto que ellos llevan la peor parte, ¿pero cómo hacerles entender que también son los culpables de lo que les ocurre, al igual que a las inocentes personas que generalmente les acompañan? El asunto se torna mucho más grave cuando hay licor de por medio, es decir, en la inmensa mayoría de casos en los que se dan pérdidas de vidas.

Pero el asunto de las motos no termina con la accidentalidad y los muchos muertos que aporta a las fúnebres estadísticas. La proliferación de estos vehículos va acompañada de una también peligrosa modalidad delictiva que es el asalto en plena vía pública, y muchos a la luz del día.

Residenciales como Altamira, donde los moradores se encierran durante todo el día, son de los más propicios para los delincuentes motorizados que operan en pareja: el que conduce y el que va de pasajero generalmente armado con una pistola o revólver.

Estudiantes de la UCC o viandantes que por alguna razón se adentran en las solitarias calles, son pasto de estos asaltantes que han llegado incluso a asesinar personas, como una señora vecina de la universidad antes mencionada que en diciembre de 2015 recibió un mortal disparo frente a su vivienda cuando intentó impedir que le quitaran el celular a una de sus nietas.

Una joven vecina de La Fuente fue la última víctima –de las que conocemos-, a quien hace algunos días le fue arrebatado el bolso en las cercanías de donde fue “La Vicky”. Los de la moto se le acercaron y la siguieron durante un trecho piropeándola y cuando vieron que no había nadie en la calle, procedieron a cometer el delito pistola en mano.

La agresión en motocicleta es más grave en países vecinos, donde las utilizan para el sicariato, sin embargo, si las autoridades policiales no le ponen mente a lo que está ocurriendo en Nicaragua con no pocos motorizados, la peligrosidad de los ilícitos crecerá inevitablemente.

No decimos nada nuevo con esto. Delincuentes armados se movilizan desde hace algunos años en motos por las calles de algunos residenciales asaltando impunemente. Las autoridades lo saben pese a que pocas personas ponen la denuncia. ¿A quién van a señalar ante los inquisidores agentes investigadores?

Generalmente los atracadores se movilizan en motos sin placas, y ambos con cascos con visera oscura que les oculta totalmente el rostro.

Estamos seguros de que si las autoridades policiales se tomaran la molestia de hacer recorridos por Altamira a diferentes horas –continuemos con el ejemplo del vecindario-, y detienen a quienes se movilizan en motocicletas, sobre todo los que van en pareja, se llevarán más de una sorpresa. Y la población se los agradecerá.

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