Nicaragua, la tierra prometida
* Un sinfín de posibilidades en una nación donde su gente hará que te sientas acompañado a cada paso.
Si buscas un destino original, lo tenemos claro: Nicaragua es más accesible que nunca pero se muestra tal y como siempre ha sido. Virgen, llena de vegetación, con su carácter multirracial (más de un 70% de población mestiza) y dispuesta a conquistar a todo el que pise sus volcanes y lagos. La que un día fue colonia española vive hoy su mejor momento para ser descubierta. A un lado, el océano Atlántico con el mar Caribe y sus poblaciones agrícolas indígenas (aquí vive el único 3% de raza ‘nica’ pura que existe). Al otro, el océano Pacífico con su tradición pesquera y principal (y único) foco turístico. Nicaragua ofrece un escenario variopinto que puedes exprimir en pocos días gracias, entre otras cosas, a su buena comunicación y tamaño (casi cuatro veces más pequeño que España).
Traza tu ruta en 10 días
La capital, Managua, no requiere más atención que la parada técnica necesaria: 24 horas serán suficientes para disfrutar de un paseo tranquilo por los puntos de interés, como su antigua catedral. Las ciudades coloniales de León y Granada robarán más de tu tiempo. En la primera, liberal y ciudad universitaria por excelencia, e encandilarán sus puestos callejeros y su continuo contraste, como el que consiguen sus fachadas decadentes y grandes monumentos (su catedral es Patrimonio de la Humanidad). De la segunda, más conservadora, no querrás salir: pasear por sus coloridas calles, perderte en su mercado de abastos o anonadarte con el fervor que se respira en sus numerosas iglesias será una experiencia (casi) religiosa. Tras una buena dosis de historia, es hora de conocer otro carácter: el del sur. Allí te espera San Juan del Sur, una bahía de dos kilómetros que guarda una sorpresa más allá de la tranquilidad de su mar: aquí, los nicaragüenses conviven con la cultura surfer. Piérdete entre sus calles y darás con el primer brew bar de la zona, ideal para los muy cafeteros, tiendas art decó, centros de yoga y comida raw (cruda) y escuelas de surf (algunos llaman a esta ciudad ‘San Juan del Surf’). Eso sí, si lo que quieres es volver cargada de experiencias culturales, no descartes el norte: Estelí, Matagalpa y Jinotega. Tierra de rancheros, allá verás a los lugareños con botas de cuero y sombrero entregados a la industria del café o del tabaco. ¿Un último deseo en clave arty? Adentrarte en una comunidad de artesanos por excelencia y probar con tus propias manos la magia de sus oficios (cerámica, madera, bambú…).
Color y optimismo por bandera
Esta capacidad de adaptación a los nuevos tiempos que caracteriza al país es posible gracias a sus gentes. Ávidos por dar a conocer la riqueza de su tierra, si vas a Nicaragua te sentirás acompañada a cada paso. A esta hospitalidad se une su mirada, siempre optimista, que encierra una moraleja: en la vida, hay que ver las cosas con alegría.