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«La experiencia ha superado todas mis expectativas, ha sido increíble»

castillaSilvia G. Rojo | elnortedecastilla.es

La Asociación Hijos del Maíz, promovida desde CiudadRodrigo por el sacerdote Fernando Sánchez Tendero, sigue adelante con sus proyectos en Nicaragua en el que también participan de manera activa jóvenes de la región. En el caso de Laura Vega Blanco, una leonesa de 27 años, la beca que obtuvo a través del programa Jóvenes Solidarios de la Junta de Castilla y León propició su encuentro con Hijos del Maíz y que durante tres meses haya permanecido en Nicaragua para colaborar con ellos.

– ¿Por qué decidió formar parte del programa Jóvenes Solidarios?

-Cuando terminé mis estudios de Máster en Cooperación al Desarrollo, una compañera de máster me comentó que existía esta convocatoria que se presentaba como una oportunidad perfecta para seguir aprendiendo y vivir una experiencia práctica más real en el terreno. De esta forma solicité mi participación en la convocatoria y tuve la suerte de ser escogida.

– ¿Cuál es su formación?

– Comencé mis estudios en Educación Infantil sin saber muy bien cuál era mi verdadera vocación, como les pasa a muchos jóvenes, supongo. Cuando terminé decidí seguir estudiando algo más específico, aunque todavía no lo tenía muy claro. Siempre tuve una gran inquietud hacia los temas sociales, la desigualdad y la pobreza de las que adolece nuestro mundo, pero no sabía muy bien cómo enfocar esta inquietud. Creo que por desgracia no se nos da suficiente información práctica acerca de cómo participar en este tipo de acciones desde las instituciones educativas. Tras terminar mis estudios de Licenciatura pensé que no era suficiente y surgió la posibilidad de formar parte de un proyecto financiado por la Unión Europea mediante el Servicio de Voluntariado Europeo. Pasé 7 meses en Atenas trabajando como voluntaria en un centro para personas refugiadas provenientes de países en situación crítica. Esta experiencia terminó de propiciar el empujón para darme cuenta de que quería dedicarme al campo de la cooperación de forma más profesional.

– ¿Cómo resultó la experiencia en Nicaragua con Hijos del Maíz?

– Es difícil describirla con palabras. Superó todas mis expectativas. Ha sido una experiencia increíble y no puedo más que dar las gracias a la asociación y a todas las personas que conocí allí. Realmente me han enriquecido como persona a todos los niveles. Me sentí muy acogida desde el primer día que llegué, no tengo más que buenas palabras para todas las personas que trabajan en la asociación y que con su esfuerzo hacen que el proyecto salga adelante.

– ¿De qué se encargaba?

– Mi rutina diaria comenzaba temprano, a las seis me despertaba en la casa de voluntarios, situada convenientemente en el recinto que forma parte del proyecto. Acudía al centro donde se ubica el Preescolar, el comedor y el consultorio médico y allí recibía a los niños y niñas que acudían a clase junto al resto de trabajadores. El Preescolar los Chilotitos consta de tres niveles de preescolar, de 3 a 6 años, así que acordé con Fátima, mi responsable en Nicaragua, que cada semana rotaría con un nivel del preescolar para tener la oportunidad de ver cómo se trabaja en cada nivel. Se me dio la oportunidad de formar parte íntegra de la rutina con los niños, así que ayudaba a las profesoras en lo que me pidiesen, me dejaron aconsejarles alguna vez sobre cuestiones pedagógicas y dar alguna clase. Durante un par de días a la semana tenía algunas horas particulares en las que trabajaba con una niña del preescolar que tiene discapacidad, ya que para las maestras es muy complicado centrarse en alumnos con este tipo de problemas por falta de tiempo y recursos. Cuando terminaban las clases ayudaba en el comedor de la asociación, que da de comer a más de 200 niños y niñas de la comunidad para los que a veces es su única comida y por las tardes decidí ayudar a una de las profesoras que daba clases particulares a niños de Primaria. Disfruté mucho de esas rutinas y aprendí muchísimo, tanto de las profesoras como de todos los trabajadores. Los fines de semana intenté viajar bastante por todo el país para conocer un poco más sobre la cultura nicaragüense y los increíbles lugares que allí existen.

– ¿Repetiría?

– Sin ninguna duda. Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. No voy a decir que todo fue bonito, he pasado malos momentos también, como en cualquier experiencia, sería irreal asumir que todo va a ser bueno. Pasé mucho tiempo sola porque era la única voluntaria en ese momento, aunque suele haber otros voluntarios durante el resto del año. La comunidad de San Blas, como la mayor parte de las comunidades en Nicaragua, está bastante olvidada por el Gobierno, por lo que a veces se hace complicado el tema de transporte para entrar y salir de la comunidad, el camino se pone horrible en invierno cuando es época de lluvias y tenía que estar en casa antes de que se terminase el transporte, las llamadas ‘caponeras’ o ‘mototaxis’, lo que muchas veces se traducía en mucho tiempo en casa sola con cortes de luz, agua y demás. Pero eso me ayudó a aprender mucho sobre mí misma, a relativizar los problemas y a seguir adelante con más fuerza si cabe. La gente de la comunidad comenzó a conocerme más y recuerdo que uno de mis momentos favoritos era viajar en mototaxi con los habitantes de la comunidad, hablábamos sobre muchas cosas mientras disfrutaba del maravilloso paisaje.

– ¿Cree que merece la pena el trabajo que allí se realiza?

– Totalmente, en cuanto comencé a charlar con la gente de la comunidad y a conocer más todo lo que conlleva el proyecto llevado a cabo por Hijos del Maíz me di cuenta de que ha sido un cambio enorme para la comunidad. El comedor es imprescindible, es un servicio que la comunidad aprecia muchísimo y los niños pueden optar a una alimentación que en la mayoría de los casos no es posible en sus hogares. Las señoras de la cocina trabajan muy duro para que cada día más de 200 niños tengan la oportunidad de llevar una alimentación más que necesaria. Además, las profesoras trabajan duro en un ambiente muy complicado, con pocos recursos hacen grandes cosas. El consultorio médico es otra parte importante del proyecto, muchas personas de la comunidad acuden al consultorio médico de la asociación donde pueden recibir atención primaria y comprar medicamentos a un precio simbólico, lo que representa un importante ahorro para su vulnerable economía.

– ¿Se aprecian los resultados?

– Veo que los niños en San Blas van felices al colegio, porque saben que van a recibir cariño, que van a comer y que van a estar en un ambiente donde se sienten queridos por todas las personas que trabajan allí. Además, prácticamente todos los niños se encuentran becados por padrinos españoles que con muy poco dinero pueden conseguir que sus apadrinados tengan la oportunidad de estudiar. He visto de primera mano cómo algunas chicas, que hoy en día son adultas o adolescentes beneficiarias de las becas del proyecto, comienzan sus estudios en educación u otro tipo de profesiones, con la intención de ser profesionales que en un futuro próximo puedan ayudar para sacar adelante su comunidad. La comunidad se siente agradecida por las oportunidades que se les ha brindado. Pueden comprar medicinas a un precio asequible para ellos sin tener que pagar un transporte a la ciudad más cercana, que tienen un lugar al que acudir si les ocurre un problema de salud y que existen muchos jóvenes que también pueden pasar sus tardes aprendiendo cosas útiles.

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