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La bella a lo bestia

Oscar Merlo

  • Súbitamente la guapa rubia montó en su vehículo y huyó sobre la carretera a Masaya rumbo a Managua, después de haber colisionado a otro automotor

Vemos muchos vehículos en Managua pese a lo cual somos el país de Centroamérica con el parque automotor más pequeño. Hasta el año 2010 se calculaban 350 mil unidades, de las cuales unas 220 mil circulan en la capital.

¿Por qué entonces tantos embotellamientos, choques, lesionados y muertos? Esto se debe a que tenemos pocas vías, escasa señalización e insuficientes semáforos. Si sumamos lo anterior al carácter irascible, la soberbia y la prepotencia de muchos conductores, obtendremos un cóctel explosivo.

Si nos consuela ser tontos, diremos que el anterior es un mal que aqueja a todos los países centroamericanos, donde existe una mejor distribución y atención a las vías, pero que exhiben un parque vehicular que nos quintuplica como Guatemala, que anda por los dos millones de automotores o que nos cuadruplica como Costa Rica, que tiene más de un millón 300 mil.

Malas vías y gran irresponsabilidad nuestra

El alto costo de los combustibles al parecer no ha disminuido la compra de automóviles, aunque sí es notoria su escasa circulación después de las ocho de la noche, lo que indica que son pocos los que tienen capacidad económica para hacer vida nocturna en Managua.

Hay dos vías que aglutinan la mayor cantidad de carros, lo que las convierte de paso en las más peligrosas: carretera a Masaya y carretera Norte. Hay horas en que el tráfico por esos lugares se vuelve casi imposible y el asunto se torna en una pequeña debacle cuando se produce algún encontronazo o se descompone algún vehículo.

Son muchos millones de córdobas los que se pierden cada año producto de los accidentes de tránsito y cuantioso el dolor de las familias que pierden deudos en estos episodios que bien podrían atenuarse con mayor responsabilidad de nuestra parte.

Una rutinaria colisión

Uno podría pensar que son las personas con menos educación las que se comportan de manera caótica y temeraria en las vías, no obstante, al menos en la carretera a Masaya la imprudencia es directamente proporcional al costo y la marca del auto que se lleva. Y del tamaño político y económico de papi.

Fuimos testigos ayer de un caso de comportamiento irreflexivo en la segunda entrada a Las Colinas, donde una joven rubia que venía saliendo del mentado residencial, intentó meterse a la brava entre la larga fila de vehículos que se movía acompasadamente como una multicolor serpiente.

No funcionaron bien sus reflejos y el camionetón que conducía colisionó al vehículo que iba delante de donde intentó penetrar osadamente, por cierto también de gran valor. El chocado puso las luces de parqueo y se bajó a ver los daños.

Legalmente antisocial

Igual hizo la joven y bonita rubia, en cuyo rostro se pintaba el fastidio más que algún atisbo de preocupación. No logramos saber qué se dijeron. El conductor de la camioneta impactada se veía de aspecto humilde, lo que nos hizo suponer que era el conductor de alguna persona adinerada.

Algo le dijo la rubia al muchacho que hizo que este se confiara y se dirigiera a su vehículo. Lo más seguro era que habían acordado llamar a Tránsito. No obstante, la bella no lo pensó dos veces, se montó rápidamente a su lujoso vehículo y aprovechando el trecho vacío que había gracias al atascamiento en la vía, metió reversa, se separó de su víctima y huyó del lugar rumbo hacia Managua.

El varón se sobresaltó al percatarse de lo que estaba ocurriendo y se paró delante de su vehículo a ver lo que hacía la temeraria mujer, luego reaccionó en cosa de segundos y fue tras ella ya con varios vehículos de por medio.

Bella llevaba a la bestia adentro

El sujeto avanzaba con las luces de parqueo puestas y a fin de acercarse a la rubia antisocial, se unió a los microbuses caraceños y masayas que forman un cuarto y peligroso carril a fin de salir lo más rápido posible de la trampa vial que significa la carretera a Masaya, cuya capacidad luce rebasada en las horas pico.

Ignoramos qué pudo haber pasado más adelante, aunque al parecer la peligrosa conductora logró escapar por alguna vía alterna, ya que no la vimos al menos en el trecho que va del lugar del choque a la colonia Centroamérica. Tampoco miramos al cazador.

Lo que sí está claro es que la dama provocó una peligrosa situación con su inesperado proceder. No era un espectáculo de la bella siendo perseguida por la bestia. En este caso la bella llevaba a la bestia adentro.

 

 

 

 

 

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