Muchos españoles son descendientes de esclavos negros
Un nuevo estudio sobre el esclavismo en la Universidad de Sevilla, España, redimensiona un fenómeno que nos marca desde el siglo XVI. Los esclavos eran un tercio de la población. Eran tratados como bienes materiales, eran el negocio de la época, pero también vivían integrados y no toda la esclavitud era negra.
El esclavismo del seiscientos del siglo XVI en España ha sido largamente ignorado, pero ahora, el trabajo de un joven historiador que ha rastreado decenas de miles de archivos, sobre todo del Palacio Arzobispal, sacan a la luz el pasado negro de Sevilla como capital atlántica.
En la década de 1650 Sevilla era una de las ciudades más multiculturales del mundo. Un tercio de su natalidad era descendencia esclava. Los esclavos, el ‘oro negro humano’, representaban el comercio global más lucrativo –junto al cuero– de la época, así que Sevilla, como capital comercial de occidente en aquella época, era una ciudad que condensaba la esclavitud.
El comercio en origen era de los propios africanos –procedían de los ríos de Guinea, Cabo Verde o Angola– e incluía posteriormente a portugueses, marinos genoveses o vascos y a las familias judías de Andalucía. De hecho, la judería de Sevilla, el actual barrio de Sta. Cruz era el barrio negro por antonomasia.
«Los recién nacidos negrodescendientes llegaron a superar el 30% en el momento de apogeo del comercio, ¡eso es una barbaridad!», cuenta a Sputnik el joven historiador Eduardo Corona. Su tesis, valorada con cum laude, rastrea a la población negra, la importancia comercial del tráfico de esclavos, las condiciones de vida de los mismos y el legado que han dejado a través de los siglos, «es más probable que hoy un sevillano tenga más carga genética de un esclavo negro que de un árabe, por ejemplo».
De hecho, Corona señala la pervivencia de apellidos como Prieto, que deriva de Preto —negro en portugués— o Moreno, pero también se perpetúa en nuestra cultura, «hay estudios que están tratando ya la influencia esclava en la génesis de nuestro baile y cante flamenco».
Una verdad incómoda
Sorprende lo poco que se sabe de este pasado negro, sobre todo, porque los esclavos estaban integrados en la vida social de la ciudad, no vivían en guetos aislados y llegó a haber cantidad de matrimonios mixtos. Entonces, ¿por qué tanto desconocimiento?, «básicamente la historiografía había atendido a otros asuntos hasta ahora, pero es una cuestión que tiene que analizarse con sistematicidad y rigor científico. Para eso estamos los historiadores, para que no hablemos de creencias vacías y opiniones».
Corona señala al revisionismo histórico interesado, desmiente la creencia de que Isabel la Católica prohibiera la esclavitud y confirma que los esclavos eran puros «bienes materiales, como un bien inmueble, como una silla o un caballo, eran caros y todo el que podía permitírselo tenía esclavos porque era síntoma de prestigio».
Es cierto, que «sobre todo en ámbitos eclesiásticos», se desarrollaron intensos debates sobre la moralidad de que los esclavos fueran desprovistos de derechos, más allá de su valor patrimonial. Un ejemplo significativo eran los matrimonios, «una propietaria llamada Doña María de Pedrosa ofreció resistencia a que su esclavo se casara, interponiendo reclamaciones legales para evitarlo, pero la Iglesia permitió finalmente ese matrimonio». Los propietarios eran reacios a que el esclavo se casara porque un esclavo con cargas familiares era menos productivo.
Ser esclavo en el siglo XVI no es ser negro
Otro de los puntos de vista actuales que nos hacen mirar con sorpresa al pasado es el racismo. No existía como lo entendemos hoy, el esclavo no lo era por su condición de negro, según revelan los archivos analizados por Corona. De hecho, «había muchos que no eran negros. Lo que definía a un esclavo no era el color de su piel, sino su condición legal».
La visión que hoy día tenemos de la esclavitud está enraizada en los siglos XVII y XVIII, «fue ahí cuando decir esclavo fue sinónimo de decir negro y sobre todo tiene que ver con el concepto de los campos de algodón de EEUU».
El fin de los barrios negros
Pero todo el mundo que Corona investiga cambió cuando el comercio de esclavos llegó a su fin y la población negra se disipó paulatinamente, «los procesos de mestizaje con la población negra son importantísimos, cuando se corta el flujo del mercado de esclavos, la población negra tenderá a desaparecer porque aumentan los mulatos».
Además de la independencia de Portugal, que interrumpía el flujo comercial de nuevos esclavos al interior de la península, el estudio de Corona revela otro hecho sorprendente que explica la desaparición de los negros: la baja natalidad de las mujeres esclavas. «Solo el 4% daba a luz y a eso hay que sumar que la mortalidad infantil era mucho más alta que la de la época», apunta. Sobre la baja natalidad, con una tasa de solo 1,15 hijos por madre, apunta a la influencia fisiológica y sicológica del esclavismo.
Además, Sevilla vivió su particular apocalipsis con una bestial crisis económica, alimentaria y la llegada de la peste negra de 1649, que liquidó a más de la mitad de la población sevillana, todos esos ingredientes terminaron por blanquear la ciudad, aunque ahora, la Historia vuelve para ofrecernos un reflejo más fidedigno de nuestra sociedad.
Fuente: Sputnik