«Seguridad: Realidad o percepción»
Rubén Aguilar Valenzuela
La realidad siempre puede ser mejor o peor que la percepción que se tenga de ella. Países con mayores índices de violencia que México, como Brasil o Colombia, son percibidos como menos violentos que éste. En el artículo se ofrecen algunas ideas en el intento de explicar el por qué de ese fenómeno, para el caso específico de México.
Hay tres realidades que pueden ayudar a entender cómo se ha construido la percepción que ahora se tiene sobre la violencia en el país a diferencia de la que existe en Brasil y Colombia: El estado de ánimo de la población; El manejo que hace el gobierno sobre el tema de la violencia; La cobertura que dan los medios al tema de la violencia.
El estado de ánimo de la población
Los mexicanos, es una característica de la cultura nacional, tienden a ver al país siempre peor de lo que realmente está. Es un tema recurrente sobre el que se ha escrito mucho y que recientemente han tratado de manera particular Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda. La población tiende a magnificar cualquier hecho que le permita afirmar que el país va mal y es peor a los otros.
A lo anterior hay que añadir que los mexicanos viven ahora en un ambiente de desánimo generalizado, hay muchas explicaciones sobre el origen del mismo, y desconfían cada vez más de todos los actores políticos. A esto se añade, es un hecho que impacta, la crisis del 2009 que ha frenado la tendencia a la reducción de la pobreza extrema, sin que crezca, pero ha aumentado el número de quienes viven en situación de pobreza. Todo esto genera un clima propicio para la construcción de percepciones que resultan peores que la realidad.
El manejo que hace el gobierno sobre el tema de la violencia
El presidente Felipe Calderón, a partir de su declaratoria de guerra del 10 de diciembre del 2006, decidió convertir la lucha contra el narcotráfico en el tema central de la acción de su gobierno, pero también en el eje rector de su comunicación. Desde un inicio, cosa que ha mantenido hasta ahora, el presidente asumió la tarea de ser el portavoz de la lucha que su gobierno da en contra del narco.
La estrategia contempló también utilizar los spots de radio y televisión como el medio privilegiado, para anunciar la captura de supuestos delincuentes, que se ha propuesto como la prueba fehaciente del éxito de la acción gubernamental. Se optó además, sobre todos en los primeros años, por presentar a los detenidos en los más importantes noticieros nacionales de televisión, que a partir de esta exposición se convirtieron en personajes nacionales y necesariamente el tema adquirió mayor presencia.
El gobierno puedo haber optado por combatir al crimen organizado, es su responsabilidad, sin necesidad de convertirlo en el tema central de su comunicación. Su decisión fue otra y el gobierno, en particular el presidente, se convirtió en caja de resonancia, en amplificador mediático, de los hechos de violencia que ocurren en el país. Su estrategia contribuyó de manera decidida a generar la percepción de que el país es más violento que los otros.
Los presidentes de Brasil y Colombia que han ocupado su cargo al mismo tiempo que Calderón, no hicieron de la lucha contra el narcotráfico el tema central de su comunicación. Al no referirse a él, al no actuar como portavoces de los hechos de violencia, acotaron el tema en la agenda mediática. Esa decisión, que es la correcta, ha contribuido a genera la percepción, nacional e internacional, de que esos países son ahora más seguros. El hecho es que los índice de violencia de Brasil crecen año con año y si bien es cierto se han reducido los de Colombia son muy superiores a los de México.
La cobertura que dan los medios al tema de la violencia
El tema de la violencia es siempre noticia y resulta adictivo para los medios y las audiencias. Era lógico, no podría ser de otra manera, que si el presidente un día sí y al otro también, de manera obsesiva, habla sobre su lucha contra el narcotráfico y los niveles de violencia en el país, que son resultado de su estrategia, los medios van a retomar y resaltar lo dicho por él. Eso es lo que ha ocurrido en estos cinco años.
A esto, que es un disparador constante y permanente, mientras el presidente persista en su estrategia de comunicación, hay que añadir la manera que los medios entienden y ejercen su función y tarea. En primer lugar está que la gran mayoría de los medios, por no decir todos, no cuentan con códigos de ética que normen la cobertura del narco y los hechos de violencia. Se acordó uno nacional, pero que no ha tenido ningún seguimiento.
La prensa mexicana otorga a los hechos de violencia espacios y encabezados que no se da en otros países. La manera que lo hace sobredimensiona lo que ocurre y nunca, es otro problema, contextualiza los hechos. Se ofrece la información, pero no se le ubica comparativamente con otras realidades, para saber si el problema es más o menos grave o si se está al nivel de los estándares internacionales o latinoamericanos.
Los medios en su mayoría dan por buena, de manera acrítica, la información que proporciona el gobierno sobre el tema. Si éste dice que ha aumentado el consumo de las drogas en México, se asume el dato sin más cuando si se hiciera un mínimo análisis se vería que el aumento es, en todo caso marginal, y que no es un problema en el país o lo es en escala muy menor a otras realidades. La cobertura que hacen los medios mexicanos, a diferencia de los brasileños y colombianos, contribuye de manera decidida a crear la percepción de que se está en el más violento de los países.
Conclusión
La situación de violencia que se vive en México, que entre otras cosas se refleja en el aumento de los crímenes dolosos por cien mil habitantes, ha aumentado de manera considerable en los últimos cinco años. A la gravedad de lo que ocurre, producto de una estrategia fallida implementada por el gobierno del presidente Calderón, hay que agregar que se ha generado una visión de que el país vive índices de violencia y muerte muy superiores a los de otros países, lo que evidentemente no es cierto.
A la construcción de esta percepción ha contribuido las características propias de la cultura nacional, pero sobre todo la manera que el presidente Calderón ha posicionado mediáticamente como tema central y único de su gobierno la lucha contra el narcotráfico y la violencia, pero también la manera como los medios retoman y replican el mensaje presidencial y también cubren por cuenta propia los hechos de violencia. Eso hace que la percepción se todavía peor que la realidad a diferencia y en contra de lo que ocurre en Brasil y Colombia.
1 Unas primeras ideas sobre éste tema las expuse en la Tercera Cumbre de Valores y Cultura de la Legalidad, Chihuahua, Chihuahua, 15 de febrero de 2012.