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Aquí, junto al agua, Nicaragua

Rafael Trobat con una de sus obras.

Francisco Antonio Carrasco

En 1990, Rafael Trobat se estaba iniciando en la fotografía. Dos amigos que trabajaban en Nicaragua le ofrecieron la posibilidad de viajar. No se lo pensó. Fue, él mismo lo resalta, por conocer mundo, por espíritu de aventura. Y lo que vio lo dejó deslumbrado. Dice que sintió un flechazo hacia el país y su gente. Y empezó a fotografiarlo. Para «hacer justicia a una sensación que tuve cuando llegué».

Eran unos momentos claves para la historia de Nicaragua: el fin de la revolución sandinista y el comienzo de una etapa de transición. Estuvo 18 años haciendo fotos, captando el alma de aquel pueblo que lo aceptó como suyo. Ahora las ha reunido en un libro (160) y en una exposición itinerante organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía (80). Esta exposición, Aquí, junto al agua. Nicaragua, llegó ayer precisamente a Córdoba, su tierra, donde se expone en la sala Vimcorsa.

Ayer, durante la presentación, todo fueron elogios hacia este cordobés errante desconocido en su tierra, aunque precisamente su primera exposición sobre Nicaragua la hiciera en la Casa de la Juventud en 1991, tras su primer viaje. El teniente alcalde de Urbanismo, Luis Martín, destacó «la riqueza humana de la exposición» y el gran trabajo del fotógrafo, mientras que el concejal de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, resaltaba «cómo ha recogido el latir de los nicaragüenses» y la calificaba «de un altísimo nivel».

Por su parte, el director del Centro Andaluz de la Fotografía, Pablo Juliá, señalaba su riqueza y atractivo. «Rafa no es muy definible. Esto no es periodismo, esto no es documentalismo, pero es todo. Y tiene mucho de ensayo», señalaba, a la vez que aseguraba que Rafael Trobat «es quizá uno de los referentes más importantes de la fotografía española actual». «No es fácil hacer esas fotos. Llegar y meterle la cámara a la gente. Es muy complicado. Hay que vivirlo y sentirlo y llega un momento en que la cámara es un componente más de la realidad social en la que estamos. Y llega a ser no un intruso, sino una persona que vive allí, uno de ellos», argumenta.

Rafael Trobat lo explica así: «El impacto que recibí cuando llegué a Nicaragua era el de un pueblo con una personalidad, una vitalidad y una magia que a mí me sorprendieron, hasta tal punto que decidí hacer un trabajo que hiciera justicia a esas vivencias que yo tenía, a los nicaragüenses en definitiva. Eso exigía trabajar durante bastante tiempo. Se necesitaba tiempo para interiorizar esas vivencias y convertirlo en algo que no sea la mirada superficial de un viajero. Se necesitaba una mirada más de dentro, más profunda y reflexiva».

Aun así, dice que prefiere que la gente vea su trabajo como un interrogante más que como una definición, que la sociedad nicaragüense es muy rica y compleja y le parece muy osado «decir así son los nicaragüenses».

La exposición permanecerá abierta hasta el 6 de mayo.

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