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Triste epílogo de las acacias asesinadas

Las acacias asesinadas en la colonia Centroamérica.

El “pinchazo mortal” que le dieron a cinco hermosos árboles de acacia en la Colonia Centroamérica, tuvo su corolario el sábado, cuando empleados de una empresa no identificada talaron los secos troncos que alguna vez brindaron fresca sombra.

Hace unos diez meses, las acacias ubicadas en un pequeño parque de la Centroamérica empezaron a secarse al mismo tiempo. Cuando alguien se propuso averiguar qué pasaba, se fijó que  a todos los árboles les habían taladrado hoyos en los que presuntamente echaron herbicida.

El barbarismo en una ciudad tan calurosa como Managua provocó varias portadas en los diarios y un biólogo incluso especuló que podía ser Gramoxone el químico utilizado para secar las otrora verdes acacias.

Un poderoso detrás

Se culpó a una empresa de rótulos y se dijo que se daría el nombre de la misma en una conferencia de prensa que nunca llegó a realizarse.

Un biólogo-ambientalista dijo que pondría la denuncia en conocimiento de la Procuraduría y Fiscalía Ambiental. El Inafor anunció también una investigación y adelantó que habría fuertes multas para los culpables.

En tanto, en la calle, la gente pronosticaba que difícilmente se cumplirían las amenazas contra los arboricidas debido a que detrás de ellos estaba una figura actualmente poderosa.

Efectivamente, el asunto fue “llamarada de tuza”. No hubo que se sepa ninguna investigación ni denuncia contra nadie y los medios de comunicación olvidaron rápidamente lo ocurrido.

Se impuso la impunidad

Las acacias pasaron largo tiempo exhibiendo su cuerpo asesinado. Sus ramas, descarnados muñones, apuntaban hacia el cielo y parecían reclamar la justicia divina.

Sin embargo, llegaron antes las motosierras el sábado. Fue un operativo limpio el que les montaron. Con policías y todo el cuento ayudando a que la tala se realizara con efectividad, aunque alguien comentó que era una previsión por si los vecinos, viejos amigos de las acacias, decidían vengarlas.

Al final se impuso la impunidad como en tantas otras cosas que ocurren en Nicaragua. Los camiones se llevaron los cadáveres de los árboles -¿se atreverán a vender su leña?-, y ahora se ve nítido el mega rótulo que pusieron los asesinos de árboles.

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