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El ocaso de los médicos brujos…

Dr. Enrique Rimbaud

Cuántas veces no hemos visto en las películas a los chamanes o médicos brujos de las tribus ricamente ataviados de plumas, tatuajes y toscos piercing de huesos, intentar sanar a alguien con el ruido de variados huesecillos que sacuden sobre el paciente, quemando abundantes hojas y ramas que provocan profuso humo, y frotando hojas de dudosa procedencia, mezcladas con barro y sangre de algunas especies no tan queridas como sapos, ranas y culebras.

Son historias y cuentos que pensamos alojadas en un pasado no tan lejano, pero que sorprendentemente vemos que aun en estos tiempos, hay gente que se adjudica el título de chamán aunque no vaya a la disco.

El lunes temprano, siete de la mañana, una desesperada mujer toca el timbre de la clínica trayendo un perrito en shock. Me cuenta que el jueves anterior, el mismo había comenzado con vómitos y diarrea, por lo que lo llevó al veterinario, quien le diagnosticó “bronco neumonía”.

Pensé qué tenía que ver el tubo digestivo con el respiratorio, pero por respeto seguí escuchando, y ella me muestra la receta, una receta ostentosa con abundante propaganda de sí mismo, que decía como diagnóstico, la bronconeumonía, y le recetaba sustancia de garrobo, ojo y cerebro, bien licuaditas…

Además, me cuenta la mujer que cuando lo llevó al veterinario tenía 36 grados de temperatura, y que el galeno le dijo que era normal, cuando lo normal en un perro son 38.5 a 39 grados.

Por supuesto, luego de cuatro días de vómitos y diarrea, el perro llegó en shock a la clínica, con el tiempo suficiente para que la dueña me contara su triste historia y luego morir, alcanzando el sueño de los justos tras cuatro días de continuo sufrimiento.

Este médico brujo, este chamán de la medicina veterinaria, no pudo con sus pócimas y pociones curar al perro, al contrario, lo único que logró fue agravar el cuadro gastro entérico que en los cachorros siempre es grave.

Como este caso he visto cientos, desde recetar aceite negro para curar la sarna, hasta untar los ojos con miel para la conjuntivitis.

No soy enemigo de la medicina natural, al contrario, yo mismo utilizo sábila, perejil y hasta banano para algunas enfermedades, todas cosas científicamente comprobadas, y utilizadas desde tiempos inmemoriales con registros médicos de comprobada eficacia farmacológica.

De lo que sí soy enemigo es de este atajo de ignorantes, falsos chamanes que se ríen literalmente de la gente, perjudicando a los pobres animales cuyos dueños los llevan de buena fe a quien dice ser profesional veterinario y los hacen gastar sin quitar el sufrimiento al animal, y lo que es peor, conduciéndolos a la muerte segura.

Seamos serios y paremos a estos pseudo profesionales, que el Colegio de Médicos Veterinarios o el Magfor les tomen pruebas de conocimiento a los veterinarios actuantes, para que la oferta hacia la sociedad sea una profesión digna y seria.

¡Porque los animales nos importan!

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