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Hormigas bala, “monstruo” ignoto

* Desconocemos gran parte de los recursos que tenemos en la costa Caribe y nos maravillamos cuando los vemos en documentales realizados en otros países del continente

Oscar Merlo

¡Cuidado!, gritó don Rosalío cuando vio que distraídamente había subido a un pequeño promontorio ubicado cerca de la huerta donde al final de ese verano de 1980, sembraríamos frijoles a punta de espeque.

Estábamos en un trozo de la densa selva del Caribe nicaragüense que había sido despalado para el cultivo, y don Rosalío Castillo era uno de mis alumnos en la Cruzada Nacional de Alfabetización. Era, además, el jefe de la vivienda campesina que me acogió.

Sin saberlo, porque no las conocía, me había encaramado en un nido de “hormigas bala” (Paraponera clavata), la especie de estos insectos más grande y con la picadura más dolorosa en el mundo.

Peligrosas en extremo

No salieron con mi intrusión, pero sí cuando don “Chalío” golpeó varias veces con sus botas de hule las paredes del hogar de la temida “tucandeira”, como la conocen en algunos países de América del Sur. Al ver el tamaño de aquellos insectos no hizo falta que me dijeran que me apartara.

Brotaron furiosas y con ganas de darle una paliza a quienes osaban alterar su tranquilidad. Miden más de una pulgada y según me decía don Rosalío la picadura duele mucho más que la de un alacrán o la de una avispa.

“Con siete que te piquen te morís”, me dijo, graficando de manera cabalística el temor que les inspiraban esos poco estudiados insectos, que según algunas publicaciones, habitan desde Nicaragua a la Amazonia.

Un mundo de maravillas

“Se siente como que te ponen un tizón, dicen que duele como un balazo”, abundó el hombre de campo en torno a la peligrosidad de aquellos furiosos insectos que extendieron su rápida búsqueda de sospechosos a muchos metros a la redonda.

-¿Han visto a los muertos por picaduras?, indagué impresionado por los detalles que me brindaban. “Uhhh, por este lado no, pero me contaron de un hombre que murió en otro lugar porque lo picaron doce hormigas bala”, dijo don Chalío.

Desde entonces aprendí que en el Caribe o Costa Atlántica, el suelo marrón alberga “cosas” que no se ven por el Pacífico. Como la nocturna víbora toboba, pequeña en tamaño pero temida por su hábito de pernoctar en los caminos, donde protagoniza muchos ataques a personas que generalmente no suelen ser mortales.

El “beso fatal” de la terciopelo

O de la diurna barba amarilla o terciopelo, una belleza de “beso fatal” si no se accede a tiempo a suero antiofídico. Aunque también hay que cuidarse de la camuflada tamagás, cuyo veneno te manda necesariamente al hospital.

Pese a esas presencias poco comunes en la vida cotidiana, son pocos los especialistas interesados en documentar la fauna y la flora de Nicaragua. Nuestros biólogos, al contrario de los de otros países como Costa Rica, se han dedicado a hacer cualquier cosa algunos o a dar clases la mayoría, sin interesarse –quizás por falta de patrocinio- en la investigación.

Uno se adentra en internet y lo que abunda son los sitios de Costa Rica y uno que otro del resto de países centroamericanos. Nicaragua es la que menos figura y después nos enojamos cuando leemos que tal o cual especie es nativa del país vecino del sur, pese a que sabemos que aquí predomina.

¿Sabemos algo de la Harpía?

Quizás por eso es que las grandes cadenas televisivas dedicadas al mundo natural, solo hacen documentales sobre Costa Rica y Panamá, lo que de paso es un enorme incentivo para el turismo de aventura que no termina de despegar en nuestro país con todo y las bellezas naturales que tenemos.

¿Se ha interesado alguien, por ejemplo, en averiguar si todavía tenemos águilas harpías? La última de que tuvimos noticia fue muerta de un disparo por un hacendado de Rosita en 2002, mientras la inmensa ave devoraba un perezoso, una de sus principales presas.

La última águila harpía de que tuvimos noticia fue muerta a tiros en Rosita.

Con la Harpia harpyja (nombre científico), pasa igual que con el resto de especies con que contamos: a nadie parecen interesarles a no ser unos cuántos estudiosos con escaso o nulo acceso a los medios de comunicación, por lo que no pueden dar a conocer lo que hacen, si es que a estas alturas están haciendo algo.

¡Despertemos!

Esa abulia es la que en parte nos ha convertido en uno de los pueblos más atrasados de América Latina e inclusive de Centroamérica. Las nuevas generaciones de Nicaragua creen que el macuá es simplemente un trago hecho con Flor de Caña extra lite y diversos jugos de frutas.

Ignoran que es una leyenda con gran arraigo desde México a América del Sur, basada en un pájaro incierto al que se le atribuyen poderes mágicos para el amor, los negocios y la buena suerte en general.

El macuá, una especie de vencejo, abunda en los bosques de nuestro Caribe, aunque la mayoría de personas no conoce al pájaro, si no al nido.

Como vemos, hay suficiente material para promocionar a Nicaragua como destino científico y de recreo. Y eso que apenas nos hemos asomado a algunas de las maravillas que pueblan nuestro territorio.

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