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Trabajo Infantil Doméstico, una explotación generalizada y oculta

Rosario Montenegro Zeledón

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el Trabajo Infantil Doméstico (TID) en hogares de terceros como el “conjunto de actividades de aseo, cocina, y asistencia, propias de un hogar o de las personas que lo habitan, que implica la participación de niñas, niños y jóvenes menores de 18 años”.

Sonia Sevilla, Coordinadora Nacional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo (IPEC-OIT), señala que el trabajo infantil doméstico en casas de terceros, está considerado como una de las formas de explotación más generalizada, más oculta y menos atendida, pues se  realiza en el espacio privado, en el hogar del empleador.

En el 2008, Save the Children publicó Esclavos puertas adentro, un estudio que indica, que en ese momento, habían en el mundo  unos 40 millones de niños y niñas como sirvientes domésticos, de los cuales 10 millones trabajaban  «ocultos» en casas de sus empleadores. «Muchos como auténticos esclavos, sin ningún tipo de derechos».

Trabajo Infantil Doméstico, no es actividad inofensiva

El organismo hace ver que la esclavitud doméstica infantil es la más desconocida y difícil de detectar. Y  que a pesar que existe desde hace muchos años, no forma parte del discurso público sobre la violencia infantil.

Destaca que existe la creencia que el trabajo infantil doméstico es una ocupación inofensiva,  y que sus empleadores ejercen una labor de caridad y filantropía, porque les  proporcionan techo y comida a los niños pobres, dejándolos más vulnerables a los abusos y la violencia.

Esclavos puertas adentro destaca que la mayoría empieza a trabajar desde muy temprana edad, “asumiendo excesivas responsabilidades como el cuidado de bebés y otros niños, manejo de estufas y carburantes o de utensilios peligrosos, interminables jornadas de trabajo, de hasta 18 horas, sin períodos de descanso, con escasa o nula remuneración, trabajando gracias a la «compasión» de sus empleadores y sufriendo con frecuencia abuso de género y sexual”.

La Coordinadora de IPEC- Nicaragua señala que la pobreza y la falta de trabajo son las principales causas del trabajo infantil doméstico, aunque también influye el factor cultural. “Es común que los parientes menos favorecidos den, a sus parientes más favorecidos,  a sus hijas,  como hijas de casa, como ayudantas, aunque no lo hacen por mal, sino buscando mejoría”

“Pero muchas veces aunque sea tu pariente, tu padrino, madrina, hay situaciones de explotación. Las ahijadas, las sobrinas son maltratadas…es común que si se pierde algo en la casa se le eche la culpa a la adolescente trabajadora doméstica o reciba regaños,  insultos, porque se espera  que te cocine como una persona adulta o te planche nítido, lave muy bien, las adolescentes nos expresaban que les decían estúpida, bruta, no servís para nada”.

Situación en Nicaragua

Sevilla explica que con el auspicio de la IPEC-OIT, el Instituto de Promoción Humana (INPRHU) realizó en el 2002 la primera  investigación cualitativa sobre el trabajo infantil doméstico, encontrándose que sus principales causas son  la pobreza y los factores demográficos, que obligan a familias pobres del área rural a enviar a la ciudad a sus hijos en busca de mejoría económica y educativa.

El 89 por ciento de los  entrevistados eran niñas y adolescentes mujeres, por lo que se desprende que la mayor cantidad de trabajadores infantiles domésticos son mujeres, quienes empiezan  a laborar, desde los 7 años, a pesar que la edad mínima para el empleo  en Nicaragua es  de 14 años.

Un 70 por ciento de las entrevistadas dijeron que recibían un salario que va desde 30 córdobas (1.27 dólar cambio actual) hasta 600 córdobas (25.53 dólar) , el resto sólo recibía alimentación, ayuda para asistir a la escuela y un 19 por ciento dijo que eran “hijas de casa”, por lo que se deduce no recibían salario.

Un 48 por ciento dijeron que no recibían pago por vacaciones, sólo a una le pagaron  horas extras y ninguna tenía seguridad social.

Una de las peores formas de trabajo infantil

La coordinadora de IPEC-Nicaragua señala que en ese mismo estudio se encontró que muchas niñas expresaron sentir deseos constantes de llorar, que sufrían dolores de cabeza, y a pesar de las extenuantes jornadas laborales muchas tenían problemas para dormir y pesadillas.

¿Por qué el TID daña más a una niña o adolescente que a una adulta?

Porque se encuentran en proceso de desarrollo, sus músculos, huesos y piel son más delicados, por lo que absorben  cualquier tipo de sustancia, con mayor facilidad que una persona adulta, dice Sevilla.

“Por eso es un trabajo peligroso, porque son sometidas a las largas jornadas, porque la niña o adolescente está lejos de su familia, no tiene un adulto que la proteja,  a veces pasan un mes, dos meses sin visitar a su familia, las largas jornadas le impiden ir a la escuela, tener amigos de su edad y desarrollarse, intelectual y social”, agrega.

En tanto Save the Children- Nicaragua en su estudio Trabajo de niños…responsabilidad de adultos, publicado en el 2005,  identificó cuatro de las peores formas de trabajo infantil que se dan en el país, entre las que se encuentra el trabajo infantil doméstico junto a la recolección de basura,  maletero, venta ambulante y comercio callejero.

Explotación: en lujosa residencia o humilde vivienda

Este organismo señala que la explotación infantil doméstica se da en todos los estratos socio-económicos, por lo que bien puede ocurrir en las residencias de las familias más adineradas como en las de menos recursos.

El estudio de Save the Children-Nicaragua reveló que algunos padres utilizan a sus hijas para saldar deudas. “No necesariamente trabajará en la casa de gente de muchos recursos económicos: es posible que lo haga para vecinos de la misma condición”.

Las cifras ocultas

Las cifras más cercanas en Nicaragua sobre el TID en casas de terceros,  están registradas en las dos últimas Encuestas sobre Trabajo Infantil Adolescente (2000-2005), aunque de acuerdo a la funcionaria de IPEC, este oficio es difícil de detectar dado que muchas familias lo enmascaran bajo la figura de hijas de casa,  y las mismas niñas y adolescentes no lo consideran un trabajo. “No está valorizado en la sociedad,  no se ve como un trabajo productivo”.

 

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Este proyecto ha sido auspiciado por el Fondo de Apoyo al Periodismo del Programa Vida en Democracia.

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